Al norte de la provincia de Ciego de Ávila existe un rosario de islas, islotes y cayos que bien podrían calificarse como paraísos terrenales, tan es así, que su insólita belleza cautivó a los españoles que llegaron hasta ella entre 1513 y 1514 y que Diego Velásquez decidió bautizarla con el nombre de Jardines del Rey, en honor a Fernando el Católico.
Este destino bastante menos conocido que otras zonas de la isla, como Varadero o Cayo Largo, no comenzó a ser explotado por el turismo hasta el año 1990 cuando se construyó una carretera mitad sobre el mar, mitad sobre las marismas, que facilitó el tránsito y la exploración de este verdadero santuario natural de flora y fauna, cuyo acceso hasta ese momento era por mar. Esto explica por qué en esta zona no existen asentamientos ni pueblos.
Cayo Coco es testigo de las inolvidables jornadas de pesca del escritor norteamericano, Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway.